Estar ocupado no significa ser productivo

Uno de los principales obstáculos a vencer por quienes desarrollan actividades por cuenta propia, llámense emprendedores, profesionales independientes, o el nombre que prefieran, es utilizar el tiempo de manera productiva…y rentable.

A menudo conocemos gente que dice estar “muy ocupada”. Siempre faltos de tiempo, corriendo permanentemente para cumplir con sus obligaciones y compromisos, conectados con su trabajo durante todo el día y, así y todo, sin lograr rendimientos satisfactorios en sus negocios. Consecuencias de esto: alto nivel de estrés, frustración y, en muchos casos, pérdida de valor de sus inversiones. A largo plazo, el abandono de los proyectos por no alcanzar los resultados esperados.

Estaban “ocupados”, pero no eran productivos.

Entender el modelo de negocio

Una de las claves para enfrentar el problema es entender los fundamentos del negocio en el cual se está. Es decir, definir claramente dónde se originan los beneficios y cuáles son los puntos de control que deben monitorearse de cerca. Distinguir claramente lo urgente de lo importante es un paso crítico para no perder de vista aquellos objetivos que, a largo plazo, determinarán el éxito del negocio.

Proactividad y planeación

Una de las características distintivas de los emprendedores y trabajadores independientes exitosos es su proactividad, esto es, la capacidad de llevar adelante las ideas más allá de los (inevitables) obstáculos.

Al contrario de las personas “reactivas”, que responden a los estímulos que les presenta el entorno, los proactivos asumen la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan.

Pero ser proactivo no es suficiente. La energía sin foco lleva a desviar la atención en tareas que aparecen como urgentes y como consecuencia dificultan el logro de los objetivos. La mejor manera de evitar esto es contar con un plan, una guía, que nos indique los hitos ineludibles para que el negocio se desarrolle y sea rentable.
Un esquema sencillo y de fácil aplicación consiste armar un plan, con objetivos claramente definidos y sus tareas asociadas. Los objetivos deberán tener en cuenta tanto el impacto a corto como mediano plazo, y considerar los diferentes ejes del negocio (comercial, financiero y operativo…). Las tareas, por su parte, son aquellas acciones que conllevan al logro de los objetivos

El plan es un proceso sin fin. Hay que actualizarlo y revisarlo de forma periódica (mensualmente, trimestralmente,…), de esta manera se podrán evaluar logros y desvíos, y así generar nuevos objetivos tendientes a lograr que el negocio crezca.

De esta manera, cada vez que surja un imponderable, una tarea no prevista con anticipación, una “urgencia”, rápidamente podremos contrastarla con nuestro plan, determinar su prioridad y saber entonces si nos acerca o nos aleja de nuestro objetivo final de crecimiento.

Diego Dinsen, MBA. @ddinsen