A finales de los ’90, el psicólogo Daniel Goleman introdujo el concepto de Inteligencia Emocional. Según sus estudios, los líderes más efectivos son aquellos que poseen una serie de habilidades sociales, blandas, que les permiten adaptarse a diferentes entornos y obtener mejores resultados.
A finales de los ’90, el psicólogo Daniel Goleman introdujo el concepto de Inteligencia Emocional. Según sus estudios, los líderes más efectivos son aquellos que poseen una serie de habilidades sociales, blandas, que les permiten adaptarse a diferentes entornos y obtener mejores resultados.
En 2013, el autor vuelve a contribuir a la comprensión de las capacidades distintivas de los líderes exitosos. Con base en su primer desarrollo teórico, esta vez plantea que la base del éxito radica, además, en la habilidad para poner foco, estar atentos a lo que realmente importa.
La tarea central de los líderes, entonces, debe ser focalizar la atención, y particularmente en tres categorías: en sí mismos, en los demás y en el resto del mundo.
Poner el foco en sí mismo requiere de un elevado autoconocimiento. Esta habilidad implica prestar especial atención a las señales psicológicas internas, que se manifiestan en forma de “sensaciones”, así como observar los hechos que suceden a su alrededor sin juzgar o censurar anticipadamente. También es importante el auto-control, que permite a los ejecutivos poner toda la atención en los objetivos a lograr, más allá de las distracciones que lo rodean. Esta habilidad se manifiesta en aquellas personas que son capaces de mantener la calma en medio de situaciones de crisis, y que han desarrollado resiliencia.
Focalizarse en los demás está en la base de la empatía, o la capacidad de “ponerse en el lugar del otro”, y la habilidad para relacionarse socialmente.
La empatía, según Goleman, comprende tres habilidades: comprender las perspectivas de los otros, sentir lo que otros y comprender aquello que los demás esperan de uno.
Desarrollar estas habilidades permite a los ejecutivos una mayor efectividad en su relacionamiento con clientes y en el manejo de los grupos, así como una mayor sensibilidad social los habilita a lograr mejores rendimientos en sus asignaciones internacionales, dada su capacidad de adaptación a modelos mentales diversos.
Por último, los líderes con fuerte foco en el contexto suelen tener un panorama muy claro respecto de las consecuencias de sus decisiones, más allá del impacto de corto plazo. Así como también están siempre abiertos a relacionar información en principio inconexa con sus ámbitos de decisión.
Aquí cobra relevancia el pensamiento estratégico, en el cual cohabitan decisiones relativas a temáticas rutinarias con la necesidad de estar abierto a nuevas posibilidades. Este foco en el contexto es el que conduce a la innovación, a la creación de valor a través de la combinación de ideas existentes bajo nuevos formatos.
A modo de ejemplo podemos mencionar el conocido de las valijas con rueditas, que revolucionaron la forma de viajar. Durante siglos fueron artículos que convivieron por separado, hasta que la combinación de ideas existentes bajo un nuevo formato permitió hacer más fácil la vida de los viajeros frecuentes.
Como conclusión, los líderes enfocados son aquellos que logran manejar su atención, lo cual implica considerar sus propios sentimientos, los de los demás y eliminar las distracciones.
Para ellos se requiere entrenamiento y persistencia. Principalmente en un entorno con exceso de información, que atenta contra la concentración y la capacidad de análisis.
Fuente: “The focus leader”, Daniel Goleman.